lunedì 8 febbraio 2010

Las claves de la educación en la fe de los niños


(redactado para Catalunya Cristiana)

Al día de hoy no hay tarea más difícil que ser responsables de la educación en la fe cristiana de los niños. A menudo las dificultades que se encuentran en este camino hacen delegar esta misión a otras personas; ya sea, las catequistas de la primera comunión o en algunos casos a la escuela.

Hoy se trata de reafirmar con urgencia el valor fundamental que juega la familia en la educación cristiana de los niños, encarnada en aquella “nueva evangelización” que nos ha encomendado Juan Pablo II. El primer núcleo donde el niño experimenta el gozo de una vida en la fe y la experiencia de Dios como Padre amoroso debería ser en el entorno familiar, donde se forma su conciencia, su carácter y su actitud frente a la vida. No se puede resolver el tema con unos sermones o participando a unas fiestas religiosas puntuales; se necesitan cada vez más padres, maestros y monitores comprometidos en un sentido cristiano de la vida, para que los niños no solo puedan recibir información sobre Jesús sino sobretodo puedan “respirar” la presencia del Emmanuel, del Dios con nosotros. Ser padre o educador no es simplemente una tarea: es principalmente una vocación a la cual Dios nos llama, es una misión que tenemos que re-descubrir para poder ser evangelizadores activos con nuestros pequeños.

Las claves para educar en la fe a los niños pasan a través del asumir este papel vocacional y sentirse responsables del entorno en el cual el niño se mueve, crece y experimenta. Si nosotros como cristianos somos llamados a ser imagen viva del amor de Dios, aún más tenemos que transmitir este sentido de la vida: ser amorosos, comprensivos, presentes, firmes en lo necesario y flexibles en los convencional, ser guías en el camino sin aplastar o proyectarnos en ellos para que experimenten la libertad de ser hijos de Dios. En esta gran tarea compartida, es oportuno permitir que nos equivoquemos y permitir también que los niños tengan su tiempo para asimilar y crecer. Cada cosa tiene su tiempo y no todos los niños responden de la misma manera; cada uno de ellos es único, y requiere un acercamiento “único”.

Se necesitan personas capaces de despertar en los niños su parte trascendente, por ejemplo a través de cuentos e historias de la misma Biblia (Sansón, David, Jesús), para que se encienda en su ánimo la chispa de la fe. Ellos, los niños, son capaces de captar lo que a veces huye a la comprensión de los teólogos: el significado de lo sagrado, el coraje, el sacrificio, la lealtad, los rituales y hasta la dramaticidad de algunas elecciones de la vida quedaran grabadas y formaran su futura visión de las cosas. Jesús lo dijo explícitamente: “De ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 19:14).

Es bueno recordar la frase tan acertada de Juan Pablo II: “para el niño apenas hay distinción entre la madre que reza y la oración; más aún, la oración tiene valor especial porque reza la madre”. Nuestro amor, nuestra coherencia, nuestro ejemplo de vida cristiana y nuestro coraje en desafiar los métodos y los valores de la sociedad, son el mejor paso para crear en los niños una predisposición a la acción de Dios.

1 commento:

  1. Me gusta lo que has escrito y como lo has escrito, salta el amor detras de cada frase, un tema así no podía ser abordado de otra manera. Gracias. Angel.

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