mercoledì 9 settembre 2009

8 Septiembre 1943-2009


La fecha del 8 de Septiembre es por Italia mas importante aun del día en el cual se tendría que festejar su unidad nacional.

Creo que se pueda considerar el termino de una nación como históricamente mas relevante de su misma unificación, sobretodo por lo que concierne sus implicaciones en la vida política del presente y de su influencia en la conciencia del pueblo.

En aquel 8 de Septiembre esta encerrada toda la historia de Italia, hecha de traidores y renegados, de la sorpresa al ultimo minuto, de los pactos nunca respectados.

La nación que nacerá hará santos aquellos que lucharon contra el invasor y recibieron los nuevos aliados, llamando partigiani aquellos che agarraron las armas para defender el suelo de la patria frente a la brutalidad alemana. Esta es, mas o meno, el resumen de los libros de historia que son estudiados en los bancos de la escuela, y la versión mas compartida por la mayoría de la población italiana.

Hemos hecho de nuestro drama nacional, el nuestro triunfo. Al final, nos decimos, en aquel 8 de Septiembre, el pueblo italiano se dio cuenta y se dejo atrás las paginas obscuras del fascismo, obteniendo la libertad que tanto añoraba y la democracia que todos esperaban. Los cálculos pero no han ido exactamente como se esperaba: aquella democracia, que guste o meno, nace sobre las bases del rechazo de la propia identidad y sobre la traición. Solo en esta manera se entienden los últimos 60 anos de historia italiana, hecha de Democrazia Cristiana, masacres, terrorismo de Estado, gobiernos tecnicos nunca elegidos y con plenos poderes, hasta llegar a Berlusconi. Aquel que tenia que ser el hombre nuevo, se ha desvelado la perfecta continuación de la estrategia de la traición: nada que reprocharle, excepto el haber tirado al viento la posibilidad histórica de volver a ser de verdad una nación, con un destino de pueblo, con una economía soberana y una política independiente. Nada de todo esto: nuestra economía es decidida por un órgano no elegido, nuestra política internacional por Estados Unidos e Israel, nuestra política interna por los transformistas de siempre.

El 8 de Septiembre festejamos nuestro destino de muerte, de un pueblo que ha dejado de ser un pueblo, felices de nuestros particularismos y de nuestras guerras fratricidas. Desde cuando Gianfranco Fini (digno herede de los renegados) hizo su gloriosa "svolta" (cambio, ndt) di Fiuggi, todo el mundo político esta de acuerdo. La gloria pertenece al 8 de Septiembre, cuando el pueblo se dio cuenta y salio del torpor fascista. Al final somos libres, podemos exultar. Continuamos a mirarnos las espaldas, preparados a traicionar de nuevo cuando sera oportuno y a vendernos al mejor comprador, esperando en la llegada del extranjero, el nuestro deus ex machina salvador. Pueden fijarse como hoy la campaña anti-Berlusconi viene desde fuera. Periódicos de gran tradición, The Economist, el New York Times, Le Monde, se complacen en continuos ataques a nuestro gobierno y nosotros bien felices esperamos nuestro nuevo Napoleón que venga a liberar nuestra tierra. Al final, es lo que nos merecemos, sin lugar a duda. Es curioso escuchar las palabras del Presidente de la República, esta vez puestas en una posición secundaria de la edición on line de los mayores periódicos italianos, que "la Resistencia nos ha devuelto la dignidad". Propio el que exultaba, como miembro del partido comunista, de los carros armados de la Armada Roja en Budapest, llamándolos portadores de paz. Se entiende cual dignidad nos halla devuelto.

Dice bien Bartoli ("L'Italia si arrende, la tragedia dell' 8 Settembre '43", Editoriale Nuova):

"Triste cosa es la derrota del propio País también por aquellos que no han aceptado las razones y las finalidades de la guerra; pero la derrota es aun mas pesada si los perdedores son obligados a invocar la protección de los ganadores frente a los propios aliados, como paso a los italianos en el verano del '43".

De nuestro drama nacional hemos sacado una literatura abundante sobre el antifascismo y sus héroes: los partigiani. Recubiertos de esta áurea de santidad nos miran a través de la historia, tal vez no entendiendo tampoco ellos mismos su raro destino. Entre estos quiero mencionar uno: Umberto Fusaroli Casadei, capitán de la formación partigiana de la 8° Brigata Garibaldi. Cuando le pidieron si sentía remordimiento por las muertes causadas por su ferocidad y por su celo antifascista decía despreocupado, como un buen toscanaccio:

"Intento contar todo aquellos que he matado con mis manos pero no consigo recordármelos todos, entonces me duermo tranquilo".

Dante colocó los traidores en el embudo del Infierno, entre los peores pecadores: los de la Patria estaban atrapados en el hielo. A imperitura memoria. Tal vez es esta la suerte que estamos viviendo hoy.

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