sabato 26 settembre 2009

Los regímenes del mas allá de Dios: análisis y teleologia de las ideologias ateas


CUARTA PARTE: EL LIBERALISMO

El pensamiento liberal tiene un acercamiento distinto sobre la cuestión religiosa comparándolo con las ideologías totalitarias y esto sin duda le ha permitido una convivencia pluricentenaria con las distintas creencias y, sobretodo en Italia y en Alemania, donde ha dado vida a una corriente política, aquella del catolicismo liberal, que gobernó nuestro país desde el post-guerra hasta los años '90. Pero si el fascismo, el comunismo y el nazismo declaraban claramente su voluntad de crear el hombre nuevo y en esto encontraban su fosa, el liberalismo no profetiza nada, queda anclado a su agnosticismo dogmático donde todo puede ser posible. Esta tipología de acercamiento a la vida - en su totalidad de vida verdadera - es obviamente fruto de un pensamiento débil, de la sublimación estética e ideológica de este último. El corazón del concepto liberal no esta en las ideas liberales sino en el pensamiento débil: intentamos hacer una luz, real, sobre este aspecto. El pensamiento débil es un concepto creado por el filosofo contemporáneo Vattimo y nace de la intersección con el pensamiento de Nieztsche con el último periodo de Heidegger. Estos dos nombres, atados indisolublemente al mundo de la cultura de derecha radical, podrían asombrar si no conseguiríamos comprender el vínculo profundo entre la ideología liberal y la ideología nazista. Las dos liberales, basadas sobre el individualismo, con la única diferencia de ser uno el extremo del otro. La ideología individualista en su toto puede ser dividida en tres partes: su parte "tolerante", el liberalismo; su parte "pura", el anarquismo; su parte "intolerante", el nazismo. Máximo exponente de este continuum es el filosofo mas importante del individualismo moderno, Max Stirner; obviamente una referencia primaria para los liberales, los anárquicos y los nazistas, el cual declara orgullosamente:

"Yo rechazo un poder dadome bajo la seductora forma de "derechos del hombre". Mi poder es mi propiedad, mi poder me da la propiedad. Yo mismo soy mi poder...y por eso soy mi propiedad".

Donde terminan estas palabras? Si los pobres últimos seguidores del nazismo y del anarquismo son ya parodias de si mismas, los liberales hacen hoy "régimen" de estas palabras y son el único pensamiento aceptado por nuestra sociedad actual.

"Yo soy mi poder": exactamente todo el contrario de la enseñanza de Nuestro Señor Jesús que nos es dada por el Evangelio. El contrario de la belleza de donarse, de amar, de hacer una elección fuerte. Un pensamiento fuerte.

Quedarse encerrados en si mismos es la manera mas simple de vivir o mejor de olvidarse de la vida. Un pensamiento débil.

"Yo soy mi poder" quiere decir privarse de la vida por egoísmo y privar a los demás del propio amor (eutanasia), quiere decir matar a una persona perfectamente vital porque no es deseada (aborto), quiere decir amarse a si mismo utilizando al otro para el propio narcisismo simplemente despejándose (homosexualidad), quiere decir responder al mal con otro mal (odio).

Es esta la sociedad del odio, del odio tolerante.

Las personas discapacitadas ya no acaban en los campos de exterminio sino adentro de los cestos de fetos abortados, no matamos más a los enfermos, sino que le damos "la libertad" de matarse solos; pasamos simplemente desde la misoginia mala de Hitler a aquella buena y mistificada del gay pride. "Yo soy mi poder": es este el recordatorio de la cultura liberal, muy parecida al luciferin "Haz lo que quieres". Nosotros católicos no tenemos que caer en la trampa del anti. Nosotros no estamos contra algo. Somos necesariamente algo. Somos algo.

"Nosotros juntos somos nuestro poder": Yo estoy con y por Ti, cuando deseo donarme, superar nuestras dificultades, nuestras miserias. No puede existir una vida sin el otro; es el otro nuestro poder si somos capaces de amarlo y nosotros somos el poder de los demás cuando nos aman.

Nosotros no somos liberales, nuestro valor no es la libertad sino el Amor, el Don, la Caridad.

La Caridad no tendrá nunca fin como dice San Pablo: Solo si seremos Nosotros nuestro poder, no tendremos nunca fin.

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