
TERCERA PARTE: EL COMUNISMO
La ideología comunista se profesa como totalmente atea, diferenciandose de las ideologías de extrema derecha donde la idea del divino es funcional para alcanzar la idea del super-hombre, de un salto (en el vacío) para obtener la individualidad absoluta. Dios es considerado como una sobrestructura producida por la injusticia social (sic), en ultima análisis una herramienta para garantizar la sumisión de la población pobre. La incompatibilidad de cada forma de espiritualidad con la ideología comunista es perfectamente descrita por Bucharin, uno de los mayores pensadores del marxismo:
“En practica el comunismo no es compatible con le fe religiosa. La táctica del Partido comunista exige de sus miembros un cierto tipo de acción. También la moral de cada religión comanda a sus creyentes un cierto comportamiento (por ejemplo la moral cristiana: “Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”). Entre las directivas de la táctica comunista y los mandamientos de la religión, muchas veces, hay contradicciones incompatibles.”
Los regímenes comunistas, fieles a estos principio, han aplicado la discriminación sistemática de cada fe y de quien la practicaba, a veces con términos mas livianos como en la Alemania del Este y a veces en manera inhumana como en la Unión Soviética de Stalin. La miseria a la cual el comunismo ha llevado todas la personas que lo han vivido y padecido no es solamente económica sino principalmente humana, ya que apuntaba a la reducción del ser viviente a una pieza mecánica condenada a la mediocridad, a la igualdad coercitiva, a la tristeza. Característica fundamental para el comunismo es el descendimiento del hombre hasta la condición animal, la eliminación sistematica de cada talento, de cada sueño, una supresión en el gris para quien quedaba prisionero de aquel sistema. Paradojicamente el comunismo es una de las mas grandes demonstraciones de la existencia de Dios ya que representa la eliminación de todas la características que hacen el ser viviente digno de este nombre: el arte clásica, el honor, el amor, el salto romántico, la fe, el talento y la “diferencia”, todo aquel que nos levanta y que no hace justamente diferenciar los unos de los otros.
Una aplicación real de lo que seria el hombre si fuera anclado en su punto cero, a su miseria.
El comunismo es por estos motivos una ideología popular y es de fácil asimilacion por la muchedumbre en cuanto nada es mas fácil para el hombre de la mediocridad, de la pereza, del deshonor: aquella que yo llamo falsa libertad, la libertad hacia el bajo, hacia la identificación entre el hombre y el animal. Por esto la ideología comunista se realiza en la apatía de los palacios grises de Berlino Este, en la cervecita post-trabajo del obrero fiel a su deber, en la apatía sexual o en la pervesión, en el rechazo total de los sentimientos.
Con el comunismo el hombre es tranquilo, no podrá nunca caer porque el no querrá nunca volar y termina como protagonista de un “grande hermano” que no toma las apariencias ridiculas de los de hoy sino la pesadilla de los regímenes pasados y presentes.
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